Con todo el respeto patrona, discrepo

Los gobiernos que se han sucedido en los últimos treinta años en España jamás apostaron por la igualdad en la Guardia Civil, ni han querido cumplir la equiparación salarial

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (c), asiste al acto central de la celebración de la festividad de la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil, este domingo de Córdoba. EFE/Salas

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La festividad de la Patrona, la Virgen del Pilar, el 12 de octubre próximo reunirá en torno a la Guardia Civil a las fuerzas políticas y sociales. Se recordará en los discursos cómo esta institución es la más valorada por la sociedad española. Serán palabras que llenan de orgullo a la mayoría de los que formamos este cuerpo, por lo que significan de cómo nos ven muchos de nuestros convecinos. Pero esta vez, patrona, con respeto, discrepo.

Discrepo porque las palabras de ánimo por la abnegación, por el esfuerzo y por el sacrificio demostrado no se acompañan con hechos. Sí, patrona, la institución más valorada es una de las peor pagadas. Con una plantilla vapuleada entre leyes nacidas en el siglo XIX y que se adapta como puede, a veces a empellones y por pura fuerza de voluntad, a un cambio tecnológico y social imprescindible para el ejercicio de tareas cada vez más complicadas.

La principal reivindicación que mantiene desde su nacimiento JUCIL es la equiparación salarial con el resto de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Un objetivo irrenunciable. Las diferencias subsisten. Los acuerdos firmados en 2018 no han supuesto la equidad de salarios y condiciones laborales con otros cuerpos, como los Mossos o la Ertzaintza. En la Guardia Civil sufrimos las brechas retributivas que existían hace tres décadas. Por eso nació JUCIL, y también por eso, patrona, con todo el respeto, discrepo.

«La filosofía de la asociación profesional de la Guardia Civil JUCIL es que todos contamos, no dejamos a nadie por el camino»

Los integrantes de la plantilla de esta institución, tan valorada por la sociedad, continúan sometidos al Código Penal Militar en su servicio policial y en su vida diaria. Una normativa que vista desde el siglo XXI resulta arcaica, abusiva, discriminatoria y arbitraria. El Consejo de Europa ha señalado en un informe dirigido a España que no puede seguir aplicando este código a un cuerpo policial como el que forman los guardias civiles, y por eso, patrona, discrepo.

Horas extraordinarias excesivas, jornadas prolongadas sin el correspondiente periodo de descanso entre cada una de ellas con calendarios cambiantes que hacen difícil la conciliación de la vida personal y laboral y junto a todo lo anterior, una auténtica sangría, el suicidio, una lacra a la que debe de aplicarse con urgencia un cambio de actitud que ayude de forma eficiente y efectiva a los posibles afectados a salir de esta situación. También por esto patrona, y siempre con respeto, discrepo.

Eso sí, patrona, discrepo, pero actúo. Porque la filosofía de la asociación profesional de la Guardia Civil JUCIL es que todos contamos, no dejamos a nadie por el camino. Lo que es injusto lo reclamamos, sea quien sea el beneficiario y sea quien sea la administración a la que nos debamos dirigir. Así podemos hablar de cómo se logró el respeto del derecho al voto para los guardias y policías desplazados durante las elecciones en Cataluña, donde también se consiguió que se abriera el proceso de vacunación para guardias civiles y policías nacionales.

O hace días, cuando recordamos al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, sus palabras del mes de junio de que se estudiaría para el Campo de Gibraltar su declaración como zona de especial singularidad y lo que se ha visto en realidad es cómo se agravaba aún más la situación este verano. El narcotráfico y la inmigración ilegal organizada han perfeccionado sus métodos, lo que hace necesario una respuesta más especializada de los profesionales, que trabajan en condiciones precarias, sin materiales y equipamientos suficientes para responder al salto tecnológico y de violencia observado en las organizaciones criminales.

De estas cosas, y de otras, como la escasa formación ofrecida, la austeridad y la veteranía de las instalaciones, de la arbitrariedad que aún preside traslados, comisiones de servicios o condecoraciones tendremos tiempo de hablar, y lo haremos muy pronto, con la directora general de la Guardia Civil, María Gámez.

Los gobiernos que se han sucedido en los últimos treinta años en España jamás apostaron por la igualdad, ni han querido cumplir la equiparación salarial. Nos quieren discriminados, pero desde JUCIL, con todo respeto, no lo vamos a consentir.

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