5 nuevos restaurantes de Barcelona que tienes que conocer sí o sí

Este otoño hay que descubrir las nuevas propuestas gastro que hay en Barcelona, con cocinas autóctonas y exóticas, en ambientes elegantes o informales

Plato gamba roja con zamburiña del restaurante Carmela en Barcelona

Gamba roja con zamburiñas. Foto: Carmela.

La escena gastronómica de Barcelona siempre está en movimiento, como un organismo vivo que nunca deja de crecer. Con una frecuencia demasiado rápida se abren nuevos restaurantes que expanden la oferta de aromas, sabores y texturas en la capital catalana.

Así, aquí presentamos cinco flamantes opciones para todos los gustos y ambientes: desde un local de brunch de ascendencia peruana a un restaurante de cocina panasiática, pasando por otro de platos urbanos mediterráneos, un wine bar que apela a la nostalgia y un homenaje a los sabores del trópico.

Carmela

Carmela es el nombre de la estatua de Jaume Plensa frente al Palau de la Música, y a un par de pasos allí se encuentra un nuevo local de brunchs y cenas que se bautizó, precisamente, con el mismo nombre.

En Sant Pere Més Alt 4 Carmela es una de las nueve opciones gastro en Barcelona que tiene el Grupo Ceviche, el más importante dedicado a la gastronomía peruana en España.

Entrada de Carmela. Foto Carmela

Pero como una hija rebelde, Carmela es “la menos peruana de todas”, dice el chef Manuel Alvarado, para explicar su propuesta gastronómica de brunchs y platos ligeros de estilo internacional. Pero como la familia siempre tira, con una importante influencia de ese país andino.

El local presenta una estética minimalista, donde a un lado el bartender Daniel Melgar no cesa de agitar las cocteleras para elaborar una quincena de creaciones, varios con el pisco como base, y otras de autor el Inka Cooler, la Piña Morada, La Fresquita Spritz, la Pelirroja o el Salame.

Aquí se pueden pedir variantes clásicas de los brunchs como las patatas bravas con ají amarillo o revuelto de huevos con patatitas, setas de temporada, quinoa y aceite de trufa negra.

Hamburguesa del Restaurante Carmela, Barcelona
Foto: Carmela.

Pero lo recomendado es probar las ideas propias de Alvarado, como la burrata con pesto artesanal (“la receta es de mi madre”, apunta), las zamburiñas a la plancha con chimichurri, los wantanes de cerdo ibérico con langostino, salsa de tomate y cayena, o el delicado ceviche de pescado blanco con leche de tigre boniato glaseado, choclo y chulpi.

Carmela es un restaurante de brunchs y cenas, donde los platos mediterráneos conviven con influencias peruanas

Si hay hambre, no dejen de pedir el suave canelón de osobuco de ternera con salsa de seco y bechamel, las carrilleras de cerdo ibérico con oporto, maíz morado y parmentier de patata o el arroz meloso con bisque de gambas, pez espada al horno y chalaca.

Opciones de platos en Carmela. Foto Carmela

De postre, optamos por un coulant de lúcuma (fruta peruana) con helado de café y salsa de caramelo, acompañado por Expresso Martini con ron y pisco que Melgar había creado hace poco.

Gran parte de la carta está adaptada para los veganos. Su precio medio es de 20 a 25 euros por persona, y se puede elegir el plan brunch de 13:00 a 17:00 o apostar por platos a la carta desde las 17:00, con su cocina non stop hasta la medianoche. Y si es por coctelear, pues los fines de semana está abierto hasta las 2:00.

Alrevés

En el mundo de la gastronomía a todo el mundo le gusta incluirse adjetivos para describir su propuesta. Y está muy bien. Como el caso de Alrevés (Flos i Calcat 18), que se presenta como ‘cocina urbana mediterránea’.

Este es el tercer restaurante del Grupo Trapío, que abrió hace pocas semanas en la parte alta de Diagonal y donde se ofrece una carta centrada en una treintena de platos y entrantes, pensada en concentrar los gustos antes que en marear a los comensales y a un precio medio de 30 a 50 euros.

Alrevés combina la cocina urbana con la mediterránea. Foto Alrevés

El chef Xavi Rue, con el asesoramiento de Josep Maria Masí, crearon una propuesta de cocina de proximidad y con una apuesta por lo saludable (o más chic, por lo healthy), donde revelan que con los productos más sencillos se les puede dar una vuelta para darle un toque sofisticado. De ahí lo de Alrevés, digamos.

Así, entre los entrantes hemos probado clásicos de la cocina mediterránea como las croquetas de meloso de ternera y de jamón ibérico, los calamarcitos de playa a la andaluza, el brioche de tartar de atún y unas riquísimas vieiras a la plancha con setas y papada.

Los que busquen algo más verde deberían probar el canelón de calabacín y aguacate, o quizás la burrata con ratatouille y rossinyols o los cogollos a la plancha con pesto de cilantro.

Terraza de Alrevés. Foto Alrevés

En la sección fuego, encontramos desde arroces como los de montaña al romero y o el de sepia con alioli de azafrán y navajas, pasando por el huevo mollet con crema de galera o el timbal de parmentier.

Lástima que nos quedamos con ganas del rabo de buey al vino tinto, pero fue compensado por el solomillo de vaca vieja a la brasa, y una degustación de un mar y montaña de secreto ibérico con langostinos y pera. Por supuesto que nadie se animó al misil cárnico que es el Tomahawk de 1,2 kg con patatas.

Los postres son otros clásicos (tarta de chocolate y avellana, lemon pie, cheese cake con mermelada o milhojas de membrillo e Idiazabal), y la carta de vinos abren las puertas a las DO españolas, con una deriva a las catalanas.

Un toque de sofisticación en Alrevés. Foto Alrevés

El estudio de Sandra Tarruella Interioristas creó un ambiente relajado, con mucha madera de roble e iroko, con espacios amplios que permiten sentar a 120 comensales y una terraza para 96 más que se puede disfrutar en los últimos días agradables de otoño.

Incluso cuentan con un salón privado en el semisótano ideal para eventos, donde entran 60 personas más.

Keanu

A ver si aclaramos la mezcla geográfica de este restaurante: Keanu (París 209) se encuentra en el inicio del polo gastronómico del Eixample que es la calle Enric Granados. Su creadora, Zhanna Kim, nació en Kazajistán pero las influencias de su familia coreana las plasmó en un restaurante que abrió en Moscú y que hace poco más de un mes aterrizó en Barcelona con una combinación de cocina panasiática, o sea no solo coreana sino sobre todo japonesa, pero también china, con algún toque del Sudeste Asiático e incluso de Oriente Medio.

Y no nos olvidemos de Keanu Reeves, el actor norteamericano cuyo nombre hawaiano inspiró al lugar, y a quien podemos ver en un gran vinilo caracterizado como John Wick.

El local tiene una interesante apuesta por los cócteles. Foto Keanu

En Barcelona el norteamericano Keanu Reeves inspira a un restaurante de cocina panasiática creado por una mujer de Kazajistán de ascendencia coreana

El local en realidad se llama Kenau Izayaka Bar, en referencia a la combinación de tabernas y restaurantes donde los japoneses suelen ir de copas y tapeo tras el trabajo.

El curioso relieve en una pared de un monje budista deslizándose sobre patines anticipa que el lugar parecer ser un pelín serio, de elegancia discreta, pero que apuestan por la informalidad. De hecho, a diferencia de locales similares, ven con buenos ojos que concurran familias con niños, encantados de tantos platillos para comer con los dedos.

Selección de platos de Keanu. Foto Keanu

En los entrantes, dimos cuenta de la ensalada de cangrejo real, el kimchi Keanu (ojo que pica de lo lindo), los encurtidos como los pepinillos y la zanahoria fermentada, y un suave carpaccio de ternera; aunque también se podría elegir las patatas bravas al estilo japonés o el ceviche de gambas.

Los nigiris son uno de los protagonistas, con un cuidado por la reparación rayando la obsesión, con ingredientes como salmón, anguila (de 10), hamachi (pez amarillo), gamba o wagyu, que nunca falla.

Bajo esa misma línea están los rolls, con opciones como el de espárragos, el de atún y mango, el de salmón o el de California con cangrejo real, entre otros.

Y ojo al divertido mix de costa a costa del Pacífico con los sushis tacos de salmón, atún, anguila o cangrejo real.

Seguimos viajando por Asia con las sopas, como la tailandesa Tom Yum, la Pho Bo o el ramen de ternera. Si se prefieren arroces, hay con mariscos anguila o el vegano.

La deliciosa carne wagyu. Foto Keanu

Pero si da la economía, entre las carnes no dejen de probar la wagyu A4 con setas y encurtidos, nunca falla. Otras alternativas son la pechuga de picantón marinada, el tataki de ternera madurada o las costillas melosas a baja temperatura.

Si no, también está el shawarma de cordero o pollo que planta cara a las preparaciones de toda la vida en el Raval.

Sin desmerecer su buena carta de vinos, Keanu hace una apuesta fuerte por los cócteles, con 14 referencias, más otras 20 exclusivas de sake. En las primeras, están el popular Matcha Sour, el picante Bloody Kenau, el elegante Rosa Púrpura, el curioso Asian Mule que adormece un pelín la lengua, el dulce Gesiha o el fuerte Samurai.

Keanu tiene cocina abierta desde el mediodía hasta las 2 de la madrugada, donde se puede ir a comer, de brunch, tapear o solo de cócteles; y el precio medio de su carta es de 45 euros.

Trópico

La propuesta de Trópico, uno de los impulsores de la tendencia del brunch en Barcelona hace una década, tiene una interesante vuelta con la apertura de un nuevo local en Balmes 24, donde en un ambiente diáfano con abundante vegetación y artesanías textiles y de cerámicas propone viajar por los sabores y aromas de la franja central del planeta.

O sea: entre los paralelos de 23° 27′ de latitud norte y sur, donde transcurren los Trópicos de Cáncer y Capricornio, se concentra el 40% de la superficie total del planeta que alberga aproximadamente el 80% de la biodiversidad del mundo. Y para 2050 vivirá la mayor parte de la población de la Tierra, así que es lógico que haya una riqueza gastronómica para descubrir.

Huevos rancheros. Foto Trópico

En Trópico invitan a viajar por los platos de países como Brasil, Senegal, India, Marruecos o Venezuela

La propuesta de su creador, el brasileño Rodrigo Marco, es saltar de tierra en tierra con platos y bebidas que a muchos les puede parecer exóticos, pero que a otros les recuerdan a su tierra natal.

Por ejemplo, acompañado de un bissap (infusión fría de flor de hibisco, con un toque de vainilla y agua de azahar típico de Senegal) empezamos con entrantes como las coxinhas brasileñas (croquetas de patata rellenas con pollo y queso cremoso), las pakoras (otras croquetas pero de la India, con tempura de harina de garbanza) y pequeños patacones (en la variante colombiana, plátano verde apisonado con salsa de tomate, ajo y aceite).

Sala de Trópico. Foto Trópico

Hay platos que a pesar de su pequeño tamaño son muy contundentes, así que si uno va en plan brunch cuidado porque llenan rápidamente. Es el caso de la corma de polo (almendra, curry, cremoso de pollo y especias, de la India) o los mexicanos huevos rancheros (con tortillas de maíz y salsa de chipotle).

Pero si se tiene hambre, se puede apostar por las abundantes cachapas venezolanas (tortilla de maíz que contiene plátano frito, carne mechada, caraotas y queso llanero) o la moqueca bahiana (guiso de Brasil con pez emperador, gambas, leche de coco y tomate).

Platos saludables y refrescantes. Foto Trópico

En las bebidas también destacan las micheladas (ojo, elaboradas bien fuertes como les gusta a los mexicanos), la dulce aguapanela de Colombia y el refrescante Aperol Spritz (Aperol, cava y soda, con papaya, plátano y coco).

Su cocina está abierta desde las 9:00 y desde noviembre extienden su horario a las cenas. El precio medio es de 25 euros por persona.

Culkin

Y cerramos este recorrido de nuevas propuestas por otro local que homenajea a un actor. Se trata de Culkin (Viladomat 23), una combinación de restaurante informal y bar de vinos ubicado en una estratégica esquina de esa meca gastro que es Sant Antoni, que hace un guiño al protagonista de Solo en casa.

Como cabe esperar, toda la estética es un viaje a los ’90, con portadas de vinilos, películas en VHS, juguetes, hilo musical a tono y otros detalles que hay que descubrir en la tenue luz del pequeño local.

Entrada de Culkin. Foto Culkin

Abierto el 1 de julio, tras un verano tranquilo ha incrementado la cantidad de comensales y se lo suele encontrar lleno. No es un lugar para venir con prisas, aquí se trata de compartir platillos entre dos o tres personas de una breve carta que ofrece opciones para el tapeo de tarde como el vermut de los finde.

Entre los futuros clásicos están el patatón con alioli ahumado y salsa bloody, el brie al horno con nueces o la burrata y mole con tomates al horno y frutos secos de entrantes.

Al subir de peldaño, ya se pueden elegir la recomendada MC & Ribs (costilla a baja temperatura con parmesano crujiente y mini galet en salsa de queso), la smashbuger de paletilla ibérica y queso manchego, los poche ous (en parmentier de patata trufada, setas y carasau) y como no podía faltar en un restaurante que busca presumir de estar en sintonía, el ceviche al aguachile con orejones de albaricoque, aguacate y crujiente de maíz.

Elaboración de cócteles. Foto Culkin

Pero hay más opciones, como la interesante tasty cow (entraña a baja tempratura con boniato), la vegan cream (hummus de remolacha, crema de anacardos con curry y crudités), el tartar de atún (con yema curada en soja) y las philly cheese (tiras de ternera salteadas con cebolla y queso fundido).

A estos platos hay que añadir que cada semana o en el mes se elaboran platos sorpresa que se anuncian en las pizarras; y la idea de Culkin es que la carta se vaya renovando con cierta brevedad, para que la experiencia siempre sea diferente.

Sí sorprende un poco que solo haya dos postres, el helado y el sweet farm (calabaza, boniato y piña con crema de albahaca y crujiente de maíz), al que creemos que con un toque de sirope o miel mejoraría el dulzor.

Platillos para compartir en Culkin. Foto Culkin

Donde sí hay más variedad es en su carta de cócteles y vinos, en estos últimos con una marcada apuesta por los naturales.

Pero nos decantamos por los combinados, donde probamos los más pedidos: Pink Fluyd (Ron Plantation blanco y overproof, lima y sorbete de frambuesa), Basil Instict (gin, albahaca, limón, jalapeño y humo), Culkin’s Bloody (vodka, zumo de tomate, limón, oliva y la salsa especial V) y el 90’ Spritz (con June Pera, cordial de hibisco, cava y espuma de fruta de la pasión).

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