Taxis y VTC en A Coruña: competencia para mejorar, no para destruir
Lo que A Coruña necesita no es dividir al sector ni incendiar la calle sino una regulación moderna y realista para una ciudad que vive a ritmo metropolitano
Protesta de taxistas que rodean la Xunta en Santiago – EUROPA PRESS
¡Ey Tecnófilos! ¿Qué está pasando por ahí? Vamos a intentar aprender algo. Este no es un debate frío de despacho. Hablo desde el sentimiento, desde la experiencia de quien se dejó la piel en el taxi para poder iniciar su vida como empresario en Galicia. Hablo de un sector que respeto profundamente porque fue el que me permitió arrancar. Y precisamente por esa lealtad, la virtud más importante, creo que hay que abordar la crisis Taxi vs VTC con la cabeza fría y el corazón caliente.
Porque, si algo tengo claro, es que el verdadero jefe en movilidad es el cliente. El usuario es el que paga, decide, elige… y el mercado le sigue.
Una ciudad pequeña… que vive como una grande
A Coruña tiene 250.000 habitantes censados. Pero esto es una ficción estadística. La realidad es que su área metropolitana supera de largo los 400.000 habitantes, y son esas personas las que cada mañana llenan la ciudad para trabajar, estudiar, ir al médico, comprar o simplemente vivir. Sin embargo, las licencias de taxi se regulan sólo por el censo municipal. Resultado: desajuste brutal entre la demanda real y la oferta permitida.
El taxi coruñés presta un servicio público esencial, pero la ciudad se ha quedado pequeña en los papeles, mientras la vida real se desborda más allá de las fronteras administrativas.
Las VTC no son el enemigo… si cumplen las reglas. Hay quien las llama intrusas. Hay quien se pone nervioso porque operan de otra forma, con otra tecnología, con otro estilo. Pero seamos serios: la competencia no es mala. La competencia te obliga a mejorar.
Las VTC han acelerado la modernización del taxi: apps, reservas automáticas, pago digital, seguimiento del viaje… Cosas que antes parecían ciencia ficción.
Ahora bien:
- Si la normativa exige precontratación, que se cumpla.
- Si no pueden captar en calle, que no lo hagan.
- Si hay reglas distintas, que desaparezcan.
- Igual trabajo, iguales obligaciones.
Esto va de justicia competitiva, no de cerrar el mercado. El monopolio mata la calidad. El cliente lo sabe. Durante años, en muchas ciudades se vivió con la idea de que “lo que hay es lo que hay”. Y punto. Pero esa época ha muerto.
Hoy el usuario no quiere esperas eternas, ni malas caras, ni coches obsoletos. Y tiene alternativas.
Si un taxi presta un gran servicio, rápido, amable, digitalizado… El cliente vuelve. Si no, desliza el dedo en una app. Y desaparece. Es así de simple. Duro, sí; pero honesto.
Y lo digo yo que, si no hubiese sido por el taxi, por aquellas noches interminables, no habría podido fundar mi primera empresa con 21 años. A mí el taxi no me lo han contado: me lo he sudado.
El futuro: reglas claras, servicio excelente
Lo que A Coruña necesita no es dividir al sector ni incendiar la calle. Lo que necesita es: regulación moderna y realista para una ciudad que vive a ritmo metropolitano; taxis digitalizados y centrados en experiencia de cliente; VTC controladas y cumpliendo la ley sin interpretaciones creativas y competencia sana donde ganen los ciudadanos.
Porque el que manda es el usuario. No el político, no el lobby. El usuario es el “puñetero amo” y la movilidad debe diseñarse para él.
Los taxistas coruñeses tienen oficio, barrio, humanidad y un servicio que puede ser excelente. Si a eso le suman innovación, puntualidad, calidad… no habrá VTC que les tosa. Pero prohibir al que viene a competir honradamente nunca ha sido la solución. No va de poner vallas, va de ponerse las pilas.
Los taxistas hicieron mejor a los VTC. Y los VTC están haciendo mejor al taxi. Así es como España gana. Así es como Galicia avanza. Así es como se construye futuro.
¡Se me tecnologizan!