Un sistema eléctrico robusto: clave para el futuro
La energía nuclear representa actualmente más del 20% de la generación eléctrica del país y ofrece estabilidad ante la intermitencia de eólica y solar

Un agente de la Policía Municipal dirige el tráfico tras el apagón eléctrico en Madrid / Europa Press
El reciente apagón eléctrico ha destapado una fragilidad preocupante en las infraestructuras energéticas de nuestro país. Más allá del malestar ciudadano, el impacto en el tejido empresarial, especialmente en las pymes –que representan más del 95% de las empresas gallegas–, ha sido importante, en forma de paradas técnicas, pérdidas de producción, cancelaciones de servicios y fallos logísticos como algunas de las consecuencias.
Este evento no es un caso aislado, sino el síntoma de un sistema que necesita con urgencia una transformación. Este tipo de fallos pueden poner en jaque la estabilidad de sectores estratégicos como el industrial, agroalimentario, logístico y tecnológico. Es necesaria una investigación transparente sobre el origen del apagón y también la modernización urgente de la red eléctrica, la mejora de los planes de contingencia y la creación de mecanismos de compensación económica para los afectados.
Además, este incidente ha reavivado un debate más amplio en el conjunto del país: ¿cómo debe configurarse el mix energético del futuro para evitar vulnerabilidades similares?
Galicia dispone de un potencial energético envidiable, pero infrautilizado o mal articulado. Genera el 12% de toda la energía hidroeléctrica del país y en 2022 el 67% de su electricidad provino de fuentes renovables (hidroeléctrica 21%, eólica 43%, solar 3%). Sin embargo, la red de transporte eléctrico y la falta de almacenamiento energético limitan su aprovechamiento.
La CEOE, en línea con otros organismos como el Instituto de la Ingeniería de España y el Club Español de la Energía, ha insistido en la necesidad de un enfoque realista en la transición energética. Esto implica apostar por un mix equilibrado que incluya renovables, pero también una transición ordenada que mantenga fuentes firmes como la energía nuclear, cuya continuidad debe al menos debatirse con rigor técnico y económico.
La reciente propuesta del Gobierno de cerrar el parque nuclear a partir de 2027 ha generado inquietud en sectores empresariales. Cerrar las nucleares sin haber resuelto el almacenamiento de renovables sería “como desmontar una rueda sin tener el recambio”. La energía nuclear representa actualmente más del 20% de la generación eléctrica del país y ofrece estabilidad ante la intermitencia de eólica y solar.
Asimismo, los expertos señalan que el almacenamiento energético –incluyendo baterías, centrales de bombeo y nuevas tecnologías de hidrógeno verde– debe ser prioritario en la planificación, tanto para evitar apagones como para reducir la dependencia de fuentes fósiles en momentos de baja producción renovable.
La respuesta social al apagón ha sido contundente reclamando mayor transparencia en la gestión del sistema eléctrico y un enfoque que garantice el acceso equitativo a energía limpia, asequible y segura.
La Xunta de Galicia ha subrayado la necesidad de revisar la planificación energética y garantizar que Galicia disponga de un sistema autónomo, resiliente y conectado con la red nacional. En este sentido, se han pedido inversiones adicionales a Red Eléctrica de España (REE) para reforzar la infraestructura y aumentar la capacidad de interconexión entre provincias.
Por su parte, las compañías eléctricas, que han respondido eficazmente ante el apagón, trabajan ya en mejorar la gestión de eventos extraordinarios como el ocurrido: Mantenimiento preventivo, digitalización de redes y ampliación de la capacidad instalada, especialmente en zonas rurales y parques industriales.
¿Qué es lo mejor para el ciudadano y la empresa? Lo más beneficioso para la ciudadanía es garantizar un suministro eléctrico constante, asequible y sostenible. Para las empresas —y en especial para las pymes—, es vital contar con un entorno energético estable, que les permita operar sin sobresaltos ni sobrecostes derivados de interrupciones o incertidumbre.
Esto implica una planificación energética coherente, con participación empresarial; fomento del autoconsumo y comunidades energéticas locales; refuerzo del mix energético e incentivos a la inversión privada en infraestructuras y almacenamiento.
A pesar de la importante generación renovable en Galicia, la red de transporte eléctrico y la falta de almacenamiento energético limitan su aprovechamiento. Las centrales hidroeléctricas, tienen un papel clave como baterías naturales del sistema, capaces de estabilizar el suministro ante picos de demanda o caídas de otras fuentes intermitentes como la solar o la eólica.
Por ello, insisto en que la hidroelectricidad es la gran olvidada de la transición energética, a pesar de que Galicia posee un alto número de embalses con capacidad para producir y almacenar electricidad limpia y constante. Invertir en la modernización de estas instalaciones no solo favorecería la estabilidad de la red, sino que generaría empleo y atraería inversiones.
Además, Galicia cuenta con otros activos energéticos significativos: parques eólicos consolidados, creciente desarrollo solar, posibilidad de biomasa y producción industrial de hidrógeno verde. Una estrategia adecuada debe integrar todas estas fuentes, priorizando la gestión eficiente y el almacenamiento, mediante tecnologías como las plantas de bombeo reversibles o los nuevos sistemas de almacenamiento.
El apagón en Galicia debe convertirse en un punto de inflexión. No es solo una cuestión técnica, sino estratégica. Si Galicia aspira a liderar la transición energética y proteger su tejido empresarial, necesita la modernización de su red, aprovechar su potencial hidroeléctrico, reabrir el debate sobre la complementariedad entre diferentes sistemas de generación y garantizar una gestión eficiente, transparente y colaborativa.
El desarrollo industrial en Galicia depende no solamente de incrementar la generación (nuevos parques eólicos y repotenciación de los existentes, hidrógeno verde, solar…) sino también de actualizar la red de transporte y distribución existente, y de crear las nuevas infraestructuras de red para dar servicio a los nuevos establecimientos tanto de generación como industriales.
Esta renovación y actualización requiere planificación y tiempo, por lo que no podemos seguir esperando: necesitamos abordar cuanto antes esta transformación que condiciona en gran medida nuestro desarrollo industrial. Necesitamos que Redeia apueste por Galicia hoy, para que la electrificación y el despliegue industrial sea posible.