Entre la urgencia ecológica y la inercia económica
La Fundación COTEC advierte en su último informe que la circularidad ya no es una opción estratégica, sino una condición para la resiliencia económica del país
El momento actual de la economía española está en uno de esos puntos clave donde, curiosamente, mantener el rumbo actual resulta ser lo más peligroso. El reciente Informe COTEC sobre Economía Circular 2025 nos trae de vuelta a la realidad algo que tendemos a ignorar: nuestro modo de producción actual opera como si los materiales fueran ilimitados, el tiempo también, y la Tierra pudiera asimilar sin problemas todo lo que gastamos. Nada nuevo, pero la llamada de atención resulta cada vez más fuerte y evidente.
La Fundación COTEC para la Innovación señala que España continúa mostrando un patrón de consumo intensivo y poco eficiente de los recursos. Por ejemplo, la dependencia exterior es abrumadora: importamos más del 90 % de las materias primas críticas que utilizamos. Esto nos deja expuestos a tensiones geopolíticas, volatilidad de precios y riesgos de desabastecimiento; algo que la pandemia ya dejó dolorosamente claro.
La economía circular no es, por tanto, sólo una cuestión ambiental; es una estrategia económica de supervivencia. Reducir la dependencia externa significa aumentar autonomía estratégica, resiliencia industrial y competitividad. Pero para eso hace falta más innovación, más inversión y más visión a largo plazo.
Uno de los diagnósticos más persistentes en los informes de COTEC es la débil incorporación de innovación en las empresas españolas. Innovamos, sí, pero no lo suficiente, y menos aún en la dirección circular.
El resultado es un ecosistema que avanza a dos velocidades:
- Una minoría de empresas pioneras, capaces de aplicar ecodiseño, digitalización, simbiosis industrial y modelos de reutilización avanzados.
- Una mayoría que aún identifica la economía circular sólo con el reciclaje, sin cambios profundos en procesos, materiales o cadenas de valor.
El desafío es enorme, porque la transición circular no se improvisa: exige rediseñar productos, procesos y relaciones con proveedores y clientes. Requiere datos, tecnología, trazabilidad, medición de huella material y climática. Y, sobre todo, exige romper inercias organizativas.
Las políticas públicas han acelerado en los últimos años en este sentido, pero desde COTEC advierten de un problema recurrente en España: la fragmentación. Existen estrategias, leyes y planes —estatales y autonómicos—, pero con desigual grado de ejecución, coordinación insuficiente y, en ocasiones, marcos regulatorios poco claros que frenan a las empresas.
Además, la inversión pública en circularidad sigue siendo inconsistente: fuerte en momentos de impulso europeo, pero con riesgo de diluirse cuando desaparecen los fondos extraordinarios. La circularidad necesita continuidad, estabilidad regulatoria y métricas transparentes. No basta con legislar; hay que acompañar, evaluar y corregir.
El informe también subraya algo que rara vez aparece en los análisis económicos: sin un cambio cultural profundo, no habrá transición circular real. Los consumidores piden sostenibilidad, pero siguen premiando lo barato y lo rápido; las empresas se comprometen con la circularidad, pero priorizan el beneficio inmediato; las administraciones quieren liderar, pero mantienen prácticas lineales en su propia gestión.
La economía circular implica repensar la relación entre producción, consumo y territorio. Supone aceptar que no todo puede crecer indefinidamente, que reparar es mejor que desechar, que compartir puede ser más eficiente que poseer, que los residuos son errores de diseño, no inevitables subproductos del progreso. Este cambio de mentalidad, como recuerda COTEC, es probablemente el reto más difícil. No se decreta: se educa, se acompaña, se construye.
Aunque el informe es estatal, la lectura gallega resulta inevitable. Galicia posee tres ventajas estratégicas para la circularidad:
- Un tejido industrial ligado a sectores donde la circularidad es posible y necesaria: textil, forestal, agroalimentario, automoción.
- Un ecosistema científico-tecnológico creciente, con centros que ya trabajan en biomateriales, valorización de residuos y optimización energética.
- Una sensibilidad social hacia la sostenibilidad mayor que en otros territorios.
Pero también enfrenta debilidades claras: envejecimiento, atomización empresarial, dependencia logística y baja escala productiva. En Galicia, la circularidad podría ser una oportunidad para crear valor añadido sin depender del crecimiento material, pero requiere un liderazgo institucional sostenido y políticas que impulsen la cooperación empresarial.
El Informe COTEC 2025 lo deja claro: la circularidad ya no es una opción estratégica, sino una condición para la resiliencia económica del país. La economía circular no es un discurso alternativo, sino el núcleo de la economía que viene. Un país que no gestiona sus recursos con inteligencia se vuelve vulnerable; una empresa que no innova se queda rezagada; una administración que no anticipa llega tarde. Y a este respecto, España está en una encrucijada, y Galicia también.
La pregunta ya no es si debemos transitar hacia un modelo circular, sino cuánto tiempo nos queda para hacerlo de verdad.