Hipogresía energética

La última víctima de este disparate colectivo es Altri, un proyecto industrial en Galicia que podría generar miles de empleos, inversión tecnológica y valor añadido para nuestra economía

José Soares de Pina, CEO de Altri, con el proyecto para la fábrica de fibras textiles de Palas de Rei de fondo

José Soares de Pina, CEO de Altri, con el proyecto para la fábrica de fibras textiles de Palas de Rei de fondo

¡Ey Tecnófilos!, ¿qué está pasando por ahí? Hay un fenómeno que ya tiene nombre y apellido: HIPROGRESÍA, la hipocresía de quienes se dicen progresistas y modernos, pero que viven atrapados en un infantilismo ideológico que los incapacita para afrontar los desafíos reales del siglo XXI. Una mezcla letal de ignorancia técnica, romanticismo trasnochado y una falta clamorosa de responsabilidad intergeneracional.

Resulta que ahora todo molesta:

  • Los aerogeneradores son feos, ruidosos y matan pájaros.
  • Las placas solares estropean el paisaje.
  • Las centrales nucleares son el demonio, a pesar de ser las únicas capaces de ofrecer energía limpia, constante y controlada a gran escala.
  • Los combustibles fósiles son el mal encarnado (aunque sigamos usándolos a diario para absolutamente todo).
  • Y extraer minerales estratégicos de nuestro suelo es poco menos que un crimen contra la madre Tierra, aunque luego exijamos baterías verdes, coches eléctricos, móviles ultramodernos y energía barata e infinita.

¿Dónde demonios vas a enchufar la lavadora, amigo hiprogresista? ¿O te vas a poner a frotar las sábanas en un río, como en 1820?

Y ahora la última víctima de este disparate colectivo es Altri, un proyecto industrial en Galicia que podría generar miles de empleos, inversión tecnológica y valor añadido para nuestra economía. Pero no, mejor demonizarlo desde el sofá, con el portátil enchufado a la red eléctrica y un discurso de cartón piedra sacado de algún panfleto ideológico de los años 70.

Vamos a intentar aprender algo

Europa se ha pegado un tiro en el pie. Hemos renunciado a la soberanía energética por una ecología de postureo y por depender del gas de Putin. Mientras tanto, los chinos se quedan con la industria, los estadounidenses con nuestra seguridad, y nosotros, los europeos, nos quedamos… con la culpa, las tasas, los manifiestos y las pancartas.

¿Quién dijo equilibrio?

Las leyes medioambientales en Europa ya son de las más duras del planeta. Las multas, los procesos de evaluación ambiental, los planes de impacto, las exigencias de cumplimiento son estrictísimas. ¿Dónde está entonces el problema? En que el NO por sistema se ha convertido en religión, y el miedo disfrazado de virtud es el nuevo tótem social.

Queremos empleos de calidad, pero no queremos empresas. Queremos energía limpia, pero no queremos infraestructuras. Queremos soberanía tecnológica, pero no queremos minería. Queremos seguridad, pero no queremos gastar ni un euro en defensa. Queremos vivir como en Suiza, pero sin hacer lo que hacen los suizos. Esto no es progresismo. Es suicidio colectivo disfrazado de superioridad moral.

¡Basta ya! Necesitamos una nueva narrativa que defienda la tecnología responsable, la industria limpia, la innovación sostenible y el emprendimiento sin complejos. Porque sin eso, no hay futuro. Solo pancartas y pobreza.

¡Se me tecnologizan!

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2 comentarios en “Hipogresía energética

  1. Coincido al 100 %. Llevo muchos años entre montes gallegos y ya cansa ver cómo el “no a todo” se esconde detrás del mito del «riesgo cero». Ese concepto es puro vértigo emocional; en ingeniería y gestión ambiental el riesgo se mide como probabilidad × consecuencia. Si pedimos impacto cero, empleo de calidad y energía barata al mismo tiempo, sencillamente cerramos el camino a la prosperidad.

    Altri es una oportunidad de libro: convierte la fibra de eucalipto que ya producimos —certificada, renovable y trazable— en celulosa soluble que sustituyen plásticos. Genera empleo estable y obliga a gestionar el monte, justo lo contrario del abandono que alimenta los incendios cada verano.

    Menos pancarta y más confianza en lo que sabemos hacer, producir, innovar y cuidar nuestra tierra. Porque sin energía, sin industria y sin gente en el rural, lo demás HIPROGRESÍA.

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