Plató Moncloa

El documental “Moncloa. Cuatro estaciones” son cuatro episodios que no dan para más, ni para menos, que 45 minutos cada uno a mayor gloria de Pedro Sánchez. Hasta sale, en algunos momentos, Santos Cerdán, sin censuras

Pedro Sánchez y Begoña Gómez en un frame de Moncloa: cuatro estaciones / El País

Pedro Sánchez y Begoña Gómez en un frame de Moncloa: cuatro estaciones / El País

El verano es época de descubrimientos, en ocasiones, por mera casualidad o casi hasta por aburrimiento. Trasteando en internet, me topo de bruces con el documental “Moncloa. Cuatro estaciones”, ahora ya, en abierto; una producción de The Pool y Secuoya Studios, cómo no, auspiciada por el diario El País. Y sí, lo confieso, me embaulé, totalmente absorto, en una única tarde los cuatro capítulos de la hagiografía fílmica del presidente Sánchez con la excusa del decorado de Moncloa.

Repasemos bien el guion del exaltatorio, pero no con fondo musical de Vivaldi, no, con algo más actual y al caso, con banda sonora a base del ritmo más sandunguero de Los Manhattan Transfer y su inolvidable “Eso es el amor”; en realidad, canción compuesta por el bonaerense Pepe Iglesias El Zorro allá por el 1956. Un cha-cha-cha sobre el proceso amoroso, sostenido en las estaciones del año, constatación del progreso en su deterioro.

Primavera, la espera

Ni un minuto pasa hasta que hace su aparición el verdadero protagonista del docudrama, el presidente Sánchez. De espaldas en principio, para mantener la tensión fílmica y el misterio, incluso antes de los propios créditos, hemos de esperar un poco, no mucho, hasta que, por fin, nos acabe desvelando los secretos de la política internacional, abordados con estilo, inteligencia, y, por qué no, hasta cierto desdén ante la falta de liderazgo efectivo de los principales dirigentes europeos. Si es que… Sánchez trata igual a tirios y a troyanos, a las alturas y las bajuras, es lo que tiene estar por encima de casi todo. Repaso arquitectónico a edificios y a los miembros del Gobierno. En el fondo, a pesar de los inmensos logros, Begoña y yo somos así, tal y como nos veis; a pie de calle. Familiaridad a la par que pose, todo naturalidad. Eso, vamos, que somos así, lo que se ve casi normales. Moncloa forma parte ya del escenario Sánchez, y no al contrario. Aplausos.

Verano, la mano

Seguimos con un reparto lleno de figurantes repleto de sociatas. No existe un pasado con presidentes del Gobierno español antes que Sánchez; son los fantasmas de Moncloa, solo presentes en los retratos, casi como Biden. Por cierto, ninguna imagen o mención al rey Felipe VI. Poca corbata, Sánchez marca estilo casual, la informalidad impostada. Voz en off del propio presidente, presencia protagónica hasta en el sonido, no vaya a ser que el espectador se olvide de quien manda; o quien nombra, como al fiscal general del Estado. Pero, al final, todo acaba en cauce; en Moncloa hay un bunker. Y funciona. Sánchez aparece poco, pero sobre todo en jugada de regate, para meter, al final, gol, como los buenos delanteros rematadores, esos que tienen el olfato del que sabe esperar el momento, su momento. Y en inglés, para que no se diga que no hay altura internacional. Nadie nunca cerca con mayor altura que el presidente, todo medido; y mediano. Alocución en la SER, como no. Todo son ayudas.

Otoño, un retoño

El presidente es tan natural, casi tan normal, que hasta tiene hijas, y no las esconde, aunque no aparezcan. Y Begoña, fugazmente, dado que hace un papel secundario, detrás, siempre. Visto lo visto, le cunde. En contraposición, ante el atribuido oscurantismo de las actividades de la consorte, Moncloa, puertas abiertas. La ciudadanía, en casa, como una más de la familia, con un cicerone de lujo, el propio presidente. Tiene tiempo para todo, incluso para mezclarse con el pueblo, su pueblo. Al final, para que engañarnos, la Moncloa es él. Y gracias al gabinete de la Secretaría de Estado de Comunicación, todo esto se sabe, lo que es necesario que se sepa, lo que debe saberse; no hay nada que ocultar, ¡para qué! Al final, se acabará sabiendo. Comunicación, esa es la clave, inundar de información irrelevante para que parezca que todo se sabe y se conoce. Y, eso sí, mucha transición ecológica, más cambio climático, no olvidándose de la cumbre del clima, cumpliendo así con los preceptos de la ultramodernidad; eso sí también, con desplazamiento continuado en avión.

Invierno, un infierno

Al final, la personal labor de gobierno con sus paralelas vías de servicio es de una intensidad difícilmente soportable, heroica, casi un infierno. Por eso, hay que estar preparado. El presidente entrena, sale a correr, solo, como en un anuncio de Decathlon. El invierno está ahí, frío y desafiante y hay que estar a la altura. La altura, siempre la altura, pero hay equipo, la palabra y las imágenes más utilizadas durante todos los episodios apelan siempre al equipo. Gregarios, fieles escuderos, arropando al jefe. Y el equipo funciona como un reloj, a las pruebas me repito. Todos y todas ayudando a sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. Empeño vano, eso sí, pero todo será culpa de la oposición, por no hacer equipo. Y Comunicación siempre atentos, que hay mucho que argumentar, mucho que apoyar, mucho.

Cuatro episodios que no dan para más, ni para menos, que 45 minutos cada uno a mayor gloria de Pedro Sánchez. ¡No sabemos bien lo que tenemos, en realidad, la suerte que hemos tenido! Hasta sale, en algunos momentos, Santos Cerdán, sin censuras. Ahora ya, ¡Qué más da! La capacidad multitarea del presidente le permite hasta haber escrito el guion, o, al menos, haberlo sugerido.

Hay una versión de la superpuesta sintonía monclovita, ésta muy espartana que recomendamos vivamente, ejecutada por parte de un grupo propietario de un nombre tan curioso como los “Chakachas”. Y no es broma, no. Una premonición. Y eso es el amor, ¡Sí señor!

Post Data: Aportamos un dato curioso a la par que muy revelador. Los comentarios en YouTube en cada capítulo cambian de signo, evolucionando: en el primero, los negativos son muchos más que los positivos, equilibrándose en el segundo, y desapareciendo totalmente en el tercero y en el cuarto, siendo, en este último, especialmente laudatorios. Sí, sin duda alguna, en verdad Comunicación de Moncloa funciona, … y muy bien. Nos quedamos más tranquilos, en Moncloa siempre hay luz, como ocurría antaño en El Pardo cuando el generalísimo.

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